martes, 21 de julio de 2009

Mictlantecuhtli

Soñe con el lado obscuro de esta alma perdida en etereos y confusos mundos.
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Es todo. Así ante ti caigo; ante ti me arrojo; me precipito en el lugar de donde nadie se levanta, nadie sale, lugar de pavor, de temor. Que no haya provocado yo tu cólera; no haya ido sobre tu enojo. Tlacatl, Tlazopilli, Totecu, haz tu obra, tu trabajo.
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Ahora, en verdad, se dará gusto a Tonatiuh, Tlaltecuhtli. Se ofrecerán bebida, ofrendas, comida, allá en lo que está encima de nosotros, en la Región de los muertos. Y vendrán a ver, vendrán a contemplar todos los que están arriba, en la Región de los muertos, en el cielo, a las pobres águilas, a los pobres jaguares, los que son pelo y uña de ellos, los que entrarán en el seno, en la garganta, de Tonatiuh, Tlaltecuhtli, los que lo alegrarán, le darán de beber, le harán ofrenda. En medio de la llanura, el bravo, el que ha ido a enaltecerse, el que se engrandecerá. Allí será destrozado, dispersado, hecho pedazos. Allí exhalará su aliento.
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Orar pasada la media noche, en busca de respuestas que no llegarán; por que estas, están perdidas entre los caminos polvosos de este cementerio camposanto.