domingo, 24 de octubre de 2010

Eram quod es, eris quod sum

!Si te he escuchado¡. !Adelante tómame, estrujame, abre mis venas, quiebra mi humanidad¡. Sonidos retorcidos y dementes acompañan tus insanas intenciones. Mi humanidad no se compara con tu infnita misericordia y clemancia. Con tu bondad. Toma mi mano enferma y llevame contigo a ese recoveco sagrado impuro, maldito. Dejadme entre tus piernas otra vez tras la entrega eterna.
Ahora olvidame, dejame atrás en esta mi triste favorita historia. Siempre te vas y te quedas. Cada flor muerta en mi regazo es el recuerdo de tu desprecio.
Toma mi pecaminosa carne otra vez, anda hazlo otra vez, usame como pretexto. Ahora desgarra mi piel, como mi carne, desaste de mis huesos, rómpeme y vuelveme a reconstruir entre tus manos, entre tu pasión frenentica, absorve mi vida casi al límite y olvidame como siempre. Eram quod es, eris quod sum; ¿Qué más da? Me ofrezco a ti cada dia, y cada día despues de satisfacerte me olvidas. Flores negras, rosas sin botones, tallos secos soy y fui. Aqui estare nuevamente para tí, para tu maldito desprecio esperando a irme para siempre en este cementerio camposanto.

sábado, 16 de octubre de 2010

Muerte (sustantivo) Morir (verbo)

Oscuridad nebulosa en una tarde de otoño. Sonidos distantes de antiguas batallas resuenan en las praderas que alimentó la sangre de soldados caídos en luchas inútiles. Con el sonido del acero, escudos astillados, cañones estruendosos, balas en ráfaga sobre carne, huesos y armaduras. Certera su misión cumple el ingenio del Homo sapiens su cometido, la muerte, el sustantivo.
Caído sobre la tierra que bebe desesperada el líquido carmesí; el ser humano yace con la mirada fija en un punto, sin movimiento de pupilas, con rostro de amargura, su garganta garraspea en un intento de aliento inútil. El corazón destrozado trata de bombear el ausente fluido, y el oxigeno no encuentra cause en unos pulmones perforados y destrozados. Ahogado grito de horror. Morir el verbo.
La muerte (persona) me ha besado la mejilla. Siento su fría presencia que recorre mis huesos que son ella misma. Su guadaña afilada corto mi cuello de tajo desangrando mi alma por el cavernoso pasaje de la caída sin fín que desespera mi idea de existencia.
Morí (verbo). Mis restos orgánicos serán arrojados bajo la arena con la de miles de guerreros. Así yaceremos eternamente hasta que los gusanos y el moho destrocen nuestra humanidad. Seremos tierra que alimentará los morbos e historias de este cementerio camposanto.