sábado, 12 de febrero de 2011

Morir en demencia.. un placer.

La depresión anida en el caliz de mi cuerpo cercenado por las navajas oxidadas y pestilentes que utilice para recortar la amarillentas uñas de los dedos. No recuerdo nada. Me hundo en este extraño estado que me impide pensar, procesar ideas, razonar, saber quien soy. Tardes maravillosas fueron aquellas en que me entregaba a los placeres toxicos y a observar la carne de los muertos en las planchas del anfiteatro alumbrado por tenue luz incandecente verdosa azul.
¿Quien soy? Que importa. Esta humanidad se consume y la acefala realidad me acecha. No puedo pensar, este cerebro mio se apago. No es mi edad, lo se. Unas frases... unos ¿recuerdos?.. ven a mi... si asi, acercate, toma mi mano. Observa este cuerpo desparpajado y decadente... si asi dejame sentirte poco a poco.. penetra en mi humanida y termina con los latidos de mi organismo.
No recordare nada, ya no lo hago mas... se que estamos aqui tu y yo solos. En este cementario camposanto.