sábado, 16 de octubre de 2010

Muerte (sustantivo) Morir (verbo)

Oscuridad nebulosa en una tarde de otoño. Sonidos distantes de antiguas batallas resuenan en las praderas que alimentó la sangre de soldados caídos en luchas inútiles. Con el sonido del acero, escudos astillados, cañones estruendosos, balas en ráfaga sobre carne, huesos y armaduras. Certera su misión cumple el ingenio del Homo sapiens su cometido, la muerte, el sustantivo.
Caído sobre la tierra que bebe desesperada el líquido carmesí; el ser humano yace con la mirada fija en un punto, sin movimiento de pupilas, con rostro de amargura, su garganta garraspea en un intento de aliento inútil. El corazón destrozado trata de bombear el ausente fluido, y el oxigeno no encuentra cause en unos pulmones perforados y destrozados. Ahogado grito de horror. Morir el verbo.
La muerte (persona) me ha besado la mejilla. Siento su fría presencia que recorre mis huesos que son ella misma. Su guadaña afilada corto mi cuello de tajo desangrando mi alma por el cavernoso pasaje de la caída sin fín que desespera mi idea de existencia.
Morí (verbo). Mis restos orgánicos serán arrojados bajo la arena con la de miles de guerreros. Así yaceremos eternamente hasta que los gusanos y el moho destrocen nuestra humanidad. Seremos tierra que alimentará los morbos e historias de este cementerio camposanto.